Ana Ilce Gómez

Poeta. Nació en Masaya el 28 de octubre de 1945. Se bachilleró en el Instituto Nacional de Masaya y obtuvo la licenciatura en Periodismo de la UNAN. Ha trabajado en empresas publicitarias y en instituciones financieras, especialmente en el Banco Nacional bajo la tutela de Juan Aburto.
En una entrevista relató: "Desde pequeña escribía... Tomé en serio el asunto cuando me vine a Managua a estudiar periodismo y conocí al poeta Carlos Martínez Rivas, quien me alentó en mi poesía y me enseñó muchas cosas. Fue él quien me dio a conocer a los demás poetas...". Localizado este encuentro a principios de 1964, a los meses aparecían sus primeros poemas en La Prensa Literaria (6 de septiembre, 1964), suplemento de la que fue colaboradora. También publicaba sus poemas en Novedades Cultural.
Posteriormente trabajó en el Banco Nacional y fue Directora de la Biblioteca "Armando Joya Guillen" del Banco Central de Nicaragua.
Luego de años de silencio, participó en mayo de 2004 en el II Concurso Nacional de Poesía Escrita por Mujeres "Mariana Sansón" y resultó ganadora con el poemario Poemas de lo humano cotidiano, editado en diciembre de 2004 por el sello ANIDE.


ENTRESUEÑO

Muchacho,
tienes ojos para mirar
y no ves nada.
Ni aún lo temerario
que puso Eva alrededor de mí.

Muchacho,
tienes manos para tañer el arpa
o cuerpo hecho de mujer
o rodillas de niña.
Pero tus manos
son dos alas que vuelan.

Muchacho,
tu boca es un pozo
y ahogada estoy.
¿Tendré perdido acaso
de paso un pie en el
Paraíso?

Mi atadura es tu existencia
muchacho
alma de cántaro
que de tanto ir al agua
se rompe en cien.
Ten cuidado
porque corto es el
tiempo y nadie sabe
si mañana,
si pasado mañana,
si nunca.



ESA MUJER QUE PASA

¿Quién es esta mujer que pasa,
esta sombra,
esta noche?

¿Quién conoce su nombre?
¿Quién la nombra
del otro lado de la nada
para nada?

¿Quién es esta mujer que pasa
y no deja nada de sí?

Sólo su paso rueda en la noche.
Sólo su voz.



ESTO NO VOLVERA

El polvo de todos los veranos
ha pasado por mi puerta
me ha tocado, se ha marchado.
Esto no volverá.

La lluvia de todos los inviernos
cavó muy hondo junto a mi puerta.
Humedeció con furia mis cabellos,
enmoheció mis uñas y se marchó.
Esto no volverá.

Así el olvido de innumerables siglos
arrimará su sombra un día
junto a mi puerta
y yo estaré vencida.
Así el amor.



ELLOS TAMBIÉN

El mar que contemplamos.
La arena que pisamos.
Las huellas que borramos.
Los otros que vendrán
a contemplar el mar,
a borrar nuestras huellas,
ellos también
darán cuenta del agua,
de la sal,
de la dura sed que nos mató.




COMO RAMITA EN ABRIL

Frágil como una ramita en Abril
fue mi corazón.
Pero tú bien sabes que en estas lides
nunca ganó el más fuerte
sino el más atrevido.