HorÓscopo vertido en diciembre
Hay un horóscopo vertido en la venida
de este diciembre. En las
afueras del pueblo el frío se ha
desanimado, pero ya sus alas de forastera
frescura posaron en la quietud de los
calendarios amañados a la espera
de sus entonados aires. Los pájaros
han fijado montuosas residencias
claves en los tendidos de
electricidad, y una piadosa paloma recoge una
pena, insostenible ya, ante la absoluta
desgracias de no poder delinear su
vuelo. Las calles se acongojan ante
el reposo de los durmientes, sin
embargo una banda de chicheros se ha
desprendido –muy oscurito-,
irrumpiendo con instrumentos de
viento los telares del alba abombillada
aún de estrellas distante sy hurañas
como el perfil de los amors que ven
de largo. El resoplido de una vaca,
arreada al matadero, el relincho
chimbarón de una yegua o la
cordialidad de estas montañas que
imprimen siempre respeto, me han
provocado pasionarias sensaciones
que se dilatan todavía con la sonata
de un chischil. Mientras, ventoleros
horarios discurren en este delatar
del tiempo con vacilaciones idénticas al
señuelo de lamentos y algarabías.
Así, madre espera convencernos con
la cena familiar suspendida en años
por el éxodo y la rabiosa perennidad
de la lejanía, y mi recuerdo de noche
buena, muchacha, te recibe en el
salutado repique del campanario, con
las velas de señales prendidas en
el altar de mis sueños. –
Luna callejera
Luna
tronchada por las mordeduras del
cosmos
de tus atrevidos claros
bajan a la ciudad,
fracturados rayos
arrasando lo que iluminan.
Arengas de luces
motivan la postal citadina
con que transcurre la estación
viajando en la soledad de las
calles.
Las membranas
de los semáforos
absorben
el celaje de su contorno
codificado
por el sigilo de los difuntos
maquillados
siempre en la juventud de sus
espejos.
Crecía de noche la luna,
clara y pura en el universo como
una
hostia
en medio del pecado.
El espacio,
la lejanía
definía un cielo inseguro
donde una mujer
horadaba el recuerdo.
El viento,
desgranaba los aullidos de los
perros,
las sirenas de los carros
tejiendo
en el vuelo,
las escondidas pasiones
con que brilla este poema.
Esquipulas
A los hermanos Edwin y Noel
Alcántara
En la memoria del verano
reposa este pueblo mío de
Esquipulas,
yacen
en los zurrones de las nubes
inmóviles recuerdos
como penosas piedras
desnudas de los ríos.
Esta es la tierra,
del encuentro
y la partida,
precipicio desvanecido en el
silencio.
Antes
de las calles
adoquinadas
antes
de la agencia bancaria
y del primer médico del pueblo
se dieron la mano
el verbo y la parábola
apareciendo la imagen
rasguñada y piadosa
del Señor de Esquipulas
que te dio su nombre,
aquel
Cristo Negro
de viajera fe,
impartiendo procesiones
todos los eneros.
Pueblo,
mi pueblo.
Depositario de mi ombligo,
lucero inmemorial
de la exposición
de mis sueños,
carne geográfica
de mis primeros pasos
por el mundo,
leñosa vertiente
del reencuentro con los amores
perdidos,
ángulo de la dispersión
y semilla
y fruto
de alegrías compartidas.
A ti vuelvo
para reincidir en la partida,
para aprender
de la dinastía canicular
de tus agostos solariegos,
a ti vuelvo
fastidiado de la electricidad,
de los mudos
semáforos sin vacas,
de la falsa eternidad
disolvente
de entelequia y podredumbre.
¡Qué saludable es devolverle
a cada pulmón tu aire!
Encaramar la soledad
en tus montañas,
y decirle a tus fantasmas
que no serás uno de ellos.
Es bueno hacer contacto
con tus amaneceres,
bordear la luna
desde cualquier rendija casera,
perderte en el
viento negro de la noche
que sólo permite
verte a través de sus estrellas.
Recuento para el porvenir
Para Alfonso Sandino y Violeta
Granera
Sobre las palpitaciones e la
angustia
cabalgó aquel exilio
impuesto por la alquimia del
odio
y los placeres de la maldad. Las
guerras
de entonces
trajeron sombríos presagios en
nuestras conciencias
de austeros señalamientos.
Ningún soplo de aliento
detuvo aquel florido oxígeno de
nuestras juventudes
escabullidas de día en día
por sobresaltos y pesquisas
cotidianas
de aquella urbana juventud
asaltada por furias y presagios.
La diferencia del tiempo no intervino
en aquel exilio
signado por nuevas verdades,
centralizadas en el reencuentro.
Ahora,
con la resuelta pulpa del tolerante
porvenir
edificamos
sobre las ruinas de aquella sublevada
partida
proféticos cantos que subirán
hasta el más sordo criterio.
Pues ahora no podrán destruir el
entramado firmamento
que resguarda manadas enteras de
voces libres,
engavilladas materias que integran
este humano proceso.
ahora
que se construirán las torres del
futuro
sobre los escombros sollozantes de la
malversada época
Antes de todo
Tengo una tarde
de la que nada me pertenece
ni siquiera sus florecidos
ambientes,
una ruta que trazar
antes que la noche encienda su
silencio,
realizar las compras de la semana
antes que el dinero –como los
díasse
esfume;
tengo que mirar a mis hermanas
antes que se marchen,
a Juan Carlos
las debidas recomendaciones
de hermano mayor,
un beso
a mis abuelas Juanas
antes que el tiempo
me cobre este reclamo,
decirles a mis padres
que siempre los he querido,
a mis amores
que siempre las veo en los
jardines.
Tengo que revisar libros,
hay tanto todavía por hacer
que no es tiempo de morirse
esperando que
las crisis hepáticas,
las insuficiencias respiratorias
y las mordeduras del alma
no lleguen todavía.
Quedan pendiente
las canciones de Amauri Pérez,
los boleros matadores
de María Marta Serra Lima
y el aparto alucinante de mis
hijos,
en cuyas venas
las correntadas de mi sangre se
incubarán,
desvencijando estos domésticos
fragmentos
de sombras infinitas,
estas ruinas
oxidadas en las entrañas de la
desesperanza.
-
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